MADRID, 14 Jun. (EUROPA PRESS) –
El comportamiento inusual del azufre en la atmósfera de Venus no puede explicarse por una forma “aérea” de vida extraterrestre, según un nuevo estudio publicado en Nature Communications.
Investigadores de la Universidad de Cambridge utilizaron una combinación de bioquímica y química atmosférica para poner a prueba la hipótesis de la “vida en las nubes”, sobre la que los astrónomos han especulado durante décadas, y descubrieron que la vida no puede explicar la composición de la atmósfera venusina.
Se espera que cualquier forma de vida con suficiente abundancia deje huellas químicas en la atmósfera de un planeta al consumir alimentos y expulsar residuos. Sin embargo, los investigadores de Cambridge no encontraron ninguna evidencia de estas huellas en Venus.
Incluso si Venus está desprovisto de vida, los investigadores dicen que sus resultados podrían ser útiles para estudiar las atmósferas de planetas similares en toda la galaxia, y la eventual detección de vida fuera de nuestro Sistema Solar.
“Hemos pasado los dos últimos años tratando de explicar la extraña química del azufre que vemos en las nubes de Venus –afirma en un comunicado el coautor, el doctor Paul Rimmer, del Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge–. La vida es bastante buena en la química extraña, así que hemos estado estudiando si hay una manera de hacer que la vida sea una explicación potencial para lo que vemos”.
Los investigadores utilizaron una combinación de modelos atmosféricos y bioquímicos para estudiar las reacciones químicas que se espera que ocurran, dadas las fuentes conocidas de energía química en la atmósfera de Venus.
“Nos fijamos en el ‘alimento’ a base de azufre disponible en la atmósfera de Venus: no es nada que usted o yo querríamos comer, pero es la principal fuente de energía disponible –explica Sean Jordan, del Instituto de Astronomía de Cambridge, primer autor del artículo–. Si ese alimento es consumido por la vida, deberíamos ver pruebas de ello a través de sustancias químicas específicas que se pierden y ganan en la atmósfera”.
Los modelos observaron una característica particular de la atmósfera venusina: la abundancia de dióxido de azufre (SO2). En la Tierra, la mayor parte del SO2 en la atmósfera procede de las emisiones volcánicas. En Venus, los niveles de SO2 son elevados en la parte baja de las nubes, pero de algún modo es “absorbido” por la atmósfera a mayor altura.
“Si hay vida, debe afectar a la química atmosférica –afirma el coautor, el doctor Oliver Shorttle, del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Instituto de Astronomía de Cambridge–. ¿Podría ser la vida la razón de que los niveles de SO2 en Venus se reduzcan tanto?”, se pregunta.
Los modelos, desarrollados por Jordan, incluyen una lista de reacciones metabólicas que las formas de vida llevarían a cabo para obtener su “alimento”, así como los subproductos de desecho. Los investigadores ejecutaron el modelo para ver si la reducción de los niveles de SO2 podía explicarse por estas reacciones metabólicas.
Descubrieron que las reacciones metabólicas pueden dar lugar a un descenso de los niveles de SO2, pero sólo mediante la producción de otras moléculas en cantidades muy grandes que no se ven.
Los resultados establecen un límite duro sobre la cantidad de vida que podría existir en Venus sin hacer saltar por los aires nuestra comprensión de cómo funcionan las reacciones químicas en las atmósferas planetarias.
“Si la vida fuera responsable de los niveles de SO2 que vemos en Venus, también rompería todo lo que sabemos sobre la química atmosférica de Venus –señala Jordan–. Queríamos que la vida fuera una explicación potencial, pero cuando ejecutamos los modelos, no es una solución viable. Pero si la vida no es responsable de lo que vemos en Venus, sigue siendo un problema a resolver: hay mucha química extraña que seguir”.
Aunque no hay pruebas de que la vida que se alimenta de azufre se esconda en las nubes de Venus, los investigadores dicen que su método de análisis de las firmas atmosféricas será valioso cuando el JWST, el sucesor del telescopio Hubble, comience a devolver imágenes de otros sistemas planetarios a finales de este año.
Algunas de las moléculas de azufre en el estudio actual son fáciles de ver con el JWST, por lo que aprender más sobre el comportamiento químico de nuestro vecino de al lado podría ayudar a los científicos a entender planetas similares en toda la galaxia.
“Para entender por qué algunos planetas están vivos, tenemos que entender por qué otros planetas están muertos –subraya Shorttle–. Si la vida consiguiera colarse de algún modo en las nubes de Venus, cambiaría totalmente la forma de buscar signos químicos de vida en otros planetas”.
“Incluso si ‘nuestro’ Venus está muerto, es posible que planetas similares a Venus en otros sistemas puedan albergar vida –apunta Rimmer, que también está afiliado al Laboratorio Cavendish de Cambridge–. Podemos tomar lo que hemos aprendido aquí y aplicarlo a los sistemas exoplanetarios: esto es sólo el principio”, asegura.