MADRID, 30 Jun. (EUROPA PRESS) – Un gran ensayo clínico aleatorizado multicéntrico no ha reveldo diferencias en el riesgo de necesidad de intubación endotraqueal a los 30 días entre la posición boca abajo despierto y la posición estándar para pacientes con COVID-19 que padecían insuficiencia respiratoria hipoxémica aguda.
Dada la preocupación por los recursos limitados durante la pandemia de COVID-19, se adoptó como intervención para pacientes con insuficiencia respiratoria el posicionamiento en decúbito prono despierto, en el que un paciente no intubado se acuesta boca abajo. Cuando un paciente está acostado boca abajo, la parte enferma, que suele ser la parte posterior del pulmón, ya no se comprime debido a la gravedad, lo que se pensaba que mejoraba la oxigenación general dentro de los pulmones.
“Antes de la pandemia de COVID-19, se había informado esporádicamente como una medida de rescate, en muy pocos informes de casos en diferentes partes del mundo”, señala Sujith Cherian, profesora asociada de medicina en la Escuela de Medicina McGovern en UTHealth Houston y director de calidad de medicina pulmonar y de atención crítica en Harris Health Lyndon B. Johnson Hospital.
“Esta estrategia fue una medida en varios países, e incluso recomendada por varias sociedades médicas, para usar como medida para mejorar la oxigenación para ver si reducía la necesidad de ventilación mecánica invasiva”, señala la autora que acaba de publicar el estudio en ‘JAMA’.
Con la ausencia de una estrategia basada en evidencia para guiar este enfoque, Cherian, investigadora principal del estudio y coinvestigadora Rosa Estrada-y-Martin, MD, profesora de medicina en la Escuela de Medicina McGovern, querían ver cuáles eran los efectos en reducir la necesidad de estar en un ventilador. Estrada-y-Martin también es director médico de medicina pulmonar y de cuidados intensivos en Harris Health LBJ, el sitio del estudio en Houston.
“Muchos pacientes que requieren ventiladores con neumonía por COVID-19 no sobrevivieron al comienzo de la pandemia. Entonces, la idea era, ¿qué sucede si tratamos de hacer algo antes de que tengan que ir a un ventilador?”, ha señalado Estrada-y-Martin.
Además de Harris Health LBJ, el único sitio en los EEUU, el estudio se realizó en otros 20 hospitales en Canadá, Kuwait y Arabia Saudita. Incluyó adultos que requerían al menos un 40 por ciento de oxígeno o ventilación con presión positiva no invasiva y que no habían recibido ventilación mecánica invasiva.
Los 400 pacientes fueron asignados al azar al grupo de intervención (205 participantes; posición prona de 8 a 10 horas por día) o al grupo de control (195 participantes; sin posición prona). El resultado primario fue la intubación endotraqueal dentro de los 30 días posteriores a la aleatorización. El riesgo de intubación endotraqueal no difirió significativamente entre los grupos (34% para el grupo prono versus 40% para el grupo no prono) a los 30 días, y el riesgo de mortalidad a los 60 días fue similar entre los dos grupos (22,4% para el grupo prono versus 23,6% no propenso).
“A lo largo de mi observación de los pacientes reclutados para el estudio, se me hizo más obvio que la estrategia ayudó solo a algunos pacientes y tuvo un papel limitado en la prevención de que los pacientes necesitaran ventilación mecánica. Probablemente será una sorpresa para varios médicos debido a lo extendida que se adoptó esta medida en varios países de todo el mundo. Además, se debe tener en cuenta que no puede adoptarse como una estrategia uniforme en todos los pacientes y es necesaria una evaluación cuidadosa para identificar quién puede beneficiarse de esta estrategia”, concluye.