MADRID, 15 Feb. (EUROPA PRESS) –
Un estudio dirigido por la Universidad de Queensland (UQ) ha descubierto que, además de las vibraciones del suelo, las serpientes pueden oír sonidos que se propagan en el aire y reaccionar.
La doctora Christina Zdenek, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UQ, en colaboración con el profesor Damian Candusso, de la Universidad Tecnológica de Queensland, reprodujeron tres frecuencias sonoras distintas a serpientes criadas en cautividad, una cada vez, en una sala insonorizada, y observaron sus reacciones.
“Como las serpientes no tienen oídos externos, la gente suele pensar que son sordas y que sólo pueden sentir las vibraciones a través del suelo y dentro de su cuerpo”, explica Zdenek en un comunicado.
“Pero nuestra investigación -la primera de este tipo con serpientes no anestesiadas y en movimiento libre- ha descubierto que reaccionan a las ondas sonoras que viajan por el aire y, posiblemente, a las voces humanas”.
En el estudio participaron 19 serpientes de cinco familias genéticas de reptiles.
“Pusimos un sonido que producía vibraciones en el suelo, mientras que los otros dos sólo se transmitían por el aire –explica Zdenek–. Así pudimos comprobar ambos tipos de “audición”: la táctil, a través de las escamas del vientre de las serpientes, y la aérea, a través de su oído interno”.
Las reacciones dependían en gran medida del género de las serpientes.
“Sólo la pitón woma tendía a acercarse al sonido, mientras que los taipanes, las serpientes marrones y, sobre todo, las víboras de la muerte se alejaban de él. Los tipos de reacciones conductuales también diferían, y los taipanes en particular eran más propensos a mostrar respuestas defensivas y cautelosas ante el sonido”, señala la científica.
Según Zdenek, es probable que las distintas reacciones se deban a presiones evolutivas de millones de años, diseñadas para ayudar a la supervivencia y la reproducción.
“Por ejemplo, las pitones woma son grandes serpientes nocturnas con menos depredadores que las especies más pequeñas y probablemente no necesitan ser tan precavidas, por lo que tienden a acercarse al sonido”, explica.
“Pero las taipán pueden tener que preocuparse por los depredadores rapaces y además persiguen activamente a sus presas, por lo que sus sentidos parecen ser mucho más sensibles”.
En su opinión, estos hallazgos ponen en entredicho la suposición de que las serpientes no pueden oír sonidos, como el de los humanos hablando o gritando, y podrían modificar la opinión sobre cómo reaccionan al sonido.
“Sabemos muy poco sobre la forma en que la mayoría de las especies de serpientes se desenvuelven en situaciones y paisajes de todo el mundo. Pero nuestro estudio demuestra que el sonido puede ser una parte importante de su repertorio sensorial. Las serpientes son criaturas muy vulnerables y tímidas que se esconden la mayor parte del tiempo, y aún nos queda mucho por aprender sobre ellas”.
La investigación se ha publicado en PLOS ONE.
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