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El lagarto moderno amplía sus orígenes en 30 millones de años

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MADRID, 5 Dic. (EUROPA PRESS) –

Un fósil recuperado de un armario del Museo de Historia Natural de Londres ha demostrado que los lagartos modernos se originaron en el Triásico Tardío y no en el Jurásico Medio, 30 millones de años antes.

Este pariente fósil de los lagartos vivos, como los lagartos varanus, los monstruos de gila y el lución (Anguis fragilis), fue identificado en una colección del museo almacenada en la década de 1950, que incluía especímenes de una cantera cerca de Tortworth, en Gloucestershire, al suroeste de Inglaterra, pero entonces no existía la tecnología necesaria para exponer sus rasgos contemporáneos.

Al tratarse de un lagarto de tipo moderno, el nuevo fósil repercute en todas las estimaciones sobre el origen de los lagartos y las serpientes, denominados conjuntamente Squamata, y afecta a las suposiciones sobre sus ritmos de evolución, e incluso al desencadenante clave del origen del grupo.

El equipo, dirigido por el doctor David Whiteside, de la Escuela de Ciencias de la Tierra de Bristol, ha bautizado su increíble descubrimiento como ‘Cryptovaranoides microlanius’, que significa “pequeño carnicero”, en homenaje a sus mandíbulas, llenas de dientes afilados. Publica resultados en Science Advances.

“La primera vez que vi el espécimen fue en un armario lleno de fósiles de ‘Clevosaurus’ en los almacenes del Museo de Historia Natural de Londres, donde soy asociado científico –recuerda en un comunicado–. Se trataba de un reptil fósil bastante común, pariente cercano del Tuatara de Nueva Zelanda que es el único superviviente del grupo, el ‘Rhynchocephalia’, que se separó de los escamosos hace más de 240 millones de años. Nuestro espécimen estaba simplemente etiquetado como ‘Clevosaurus y otro reptil’. A medida que íbamos investigando el espécimen, nos convencíamos cada vez más de que en realidad estaba más emparentado con los lagartos actuales que con el grupo Tuatara”, añade.

“Hicimos escaneos de rayos X de los fósiles en la Universidad, y esto nos permitió reconstruir el fósil en tres dimensiones, y ver todos los pequeños huesos que estaban escondidos dentro de la roca”, prosigue.

El ‘Cryptovaranoides’ es claramente un escamoso, ya que se diferencia de los ‘Rhynchocephalia’ en el encéfalo, en las vértebras del cuello, en la región de los hombros, en la presencia de un diente superior mediano en la parte delantera de la boca, en la forma en que los dientes están colocados en un estante en las mandíbulas (en lugar de estar fusionados a la cresta de las mandíbulas) y en la arquitectura del cráneo, como la falta de una barra temporal inferior.

Sólo hay una característica primitiva importante que no se encuentra en los escamosos modernos, una abertura en un lado del extremo del hueso superior del brazo, el húmero, por donde pasan una arteria y un nervio. El Cryptovaranoides tiene otros caracteres aparentemente primitivos, como unas filas de dientes en los huesos del paladar, pero los expertos han observado lo mismo en el lagarto de cristal europeo vivo y muchas serpientes, como las boas y las pitones, tienen varias filas de dientes grandes en la misma zona. A pesar de ello, está avanzado como la mayoría de los lagartos vivos en su caja torácica y las conexiones óseas del cráneo sugieren que era flexible.

“En términos de importancia, nuestro fósil desplaza el origen y la diversificación de los escamosos desde el Jurásico Medio hasta el Triásico Tardío –afirma el profesor Mike Benton, coautor del estudio–. Esta fue una época de gran reestructuración de los ecosistemas terrestres, con el origen de nuevos grupos de plantas, especialmente las coníferas de tipo moderno, así como nuevos tipos de insectos, y algunos de los primeros grupos modernos como las tortugas, los cocodrilos, los dinosaurios y los mamíferos”.

“Si se añaden los escamosos modernos más antiguos, se completa el cuadro –prosigue–. Parece que estas nuevas plantas y animales entraron en escena como parte de una importante reconstrucción de la vida en la Tierra después de la extinción masiva de finales del Pérmico, hace 252 millones de años, y especialmente del Episodio Pluvial Carniano, hace 232 millones de años, cuando los climas fluctuaron entre húmedos y secos y causaron una gran perturbación a la vida”.

La estudiante de doctorado Sofia Chambi-Trowell comenta que “el nombre del nuevo animal, ‘Cryptovaranoides microlanius’, refleja la naturaleza oculta de la bestia en un cajón, pero también su probable estilo de vida, viviendo en grietas de la piedra caliza en pequeñas islas que existían alrededor de Bristol en aquella época. El nombre de la especie, que significa “pequeño carnicero”, hace referencia a sus mandíbulas, llenas de dientes afilados y cortantes, y a que se alimentaba de artrópodos y pequeños vertebrados”.

El doctor Whiteside concluye que “este es un fósil muy especial y probablemente se convierta en uno de los más importantes encontrados en las últimas décadas. Es una suerte que se encuentre en una colección nacional, en este caso el Museo de Historia Natural de Londres. Nos gustaría dar las gracias a la difunta Pamela L. Robinson, que recuperó los fósiles de la cantera e hizo un gran trabajo de preparación de los fósiles”.

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