La Universidad Mayor de San Simón, fundada mediante Ley de 5 de noviembre de 1832 por el Mariscal Andrés de Santa Cruz, es la institución educativa superior más antigua de Cochabamba y considerada una de las mejores universidades de Bolivia.
Tras 188 años de su creación, la UMSS ha logrado consolidar un liderazgo importante en el desarrollo y producción de ciencia y conocimiento; los cuales constituyen imperativos estructurales del quehacer universitario, junto a la docencia, investigación e interacción. No obstante, también se ha visto obligada a resolver las múltiples y complejas crisis político-ideológicas que, a modo de termómetro, inciden notablemente en la vida universitaria.
Hoy, nuevamente la democracia y la institucionalidad universitaria se encuentra en serio riesgo y peligro por la insana presenciade grupos de poder anquilosadosque, desde el registro y discurso corporativista asociado –docentes y estudiantes- pretenden socavar cerrilmente los cimientos de la democracia, la autonomía y cogobierno docente estudiantil, promoviendo “boicots mediáticos” y recurriendo incivilmente al indigno repertorio de “chicaneríasjurídicas” e impugnaciones infundadas, con el único propósito de impedir la celebración de Claustro Universitario, para elegir a nuevas autoridades (Rector y Vicerrector) para el periodo 2020 – 2024.
Cuál ironía del destino, estos “gurús experimentados” en desestabilizar la institucionalidad universitaria, son los mismos actores que causaron la peor crisis de la UMSS el año 2015, muchos de ellos presentes y otros “ausentes por diversos infortunios” –que añoran el pronto retorno-, están dispuestos a inviabilizar la elección y renovación de autoridades, tras la culminación de la actual gestión rectoral.
Difícilmente será posible borrar de la memoria colectiva, la etapa crítica por la que transitara la universidad el 2015, a raíz de la polémica resolución 01/2015 de Consejo Universitario, que autorizó la titularización de docentes extraordinarios sin examen de competencia y por antigüedad; cuyas consecuencias fueron el descrédito, la violencia, la confrontación y el perjuicio al desarrollo de labores académico-administrativas por la suspensión y cierre de la UMSS por más de 20 semanas. La cuestionada resolución enfrentó a las autoridades de ese entonces y la Federación Universitaria Local (FUL) que demandaba a los docentes, someterse a exámenes de competencia. Finalmente, el 01 de agosto, el Honorable Consejo Universitario, dejaría sin efecto la precitada resolución 01/2015.
Más allá de las luces y sombras que deja la gestión rectoral de Juan Ríos del Prado, queda claro que la democracia representa el único mecanismo que,por un lado,permitirá al soberano (docentes, investigadores y estudiantes), elegir nuevas autoridades y, por otro, garantizar la estabilidad institucional y la vigencia plena de la autonomía y el cogobierno docente-estudiantil.De este modo, será posible evitar volver a repetir nefastas sucesiones de autoridades que, a más de crear vacío de poder y de autoridad en la gestión administrativa y académica, también agravaron la crisis política, el abuso, autoritarismo, imposición; así como el menosprecio a la autonomía y el cogobierno docente-estudiantil.
Urge que la UMSS tenga la capacidad de instalar una autorreflexión y autoanálisis crítico, para vislumbrar conductas y actuaciones que distorsionan y ponen en peligro el espíritu autonomistaque demanda a todos sus actores, preservarla y resguardarla por el bien de la salud y la vida universitaria.Ello es clave, para evitar ser presa de la insensata politiquería y las pugnas de poder, cuyas aspiraciones, no siempre están en sintonía con la dinámica de renovación de las políticas universitarias; la internacionalización e interconexión de la educación superior con los cambios y transformaciones mundiales, el desarrollo de ciencia y tecnología, al igual que la renovación continua de liderazgos con solvencia moral e intelectual, así como los operadores y conductores del gobierno universitario electos vía el ejercicio legítimo de la democracia.
MGR. MARCELO CHINCHE CALIZAYA
CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO E INVESTIGADOR
COLUMNA ENTRELINEAS
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