Todo productor vive y convive con un sin número de imprevistos para llegar al objetivo final, la cosecha, el engorde de animales, la materia prima, etc.
Sequía, inundaciones son temas comunes para el productor, heladas eventos ocasionales, sin embargo, lo conocido no significa evitable, tampoco que no deba ser atendido y en la mayoría de los casos es altamente preocupante y con cuantiosas pérdidas.
En este 2021 tenemos sequías, heladas históricas. La bajada de temperatura fue historia en el departamento, las estaciones agrometeorológicas de la gobernación registraron temperaturas de -7.8 °C en Postrervalle, Quirusillas -4.3 °C, Cuevo -4°C, Santiago de Chiquitos -3.1 °C, Puerto Suarez -1.2 °C, Los Negros -0.9 °C, Saipina -0.1. Todo esto ha provocado pérdidas millonarias para el sector.
La producción de sorgo, girasol, maíz, trigo, chía ha caído en cuanto a producción en 1,3 millones de toneladas de granos, lo que significa 240 millones de dólares. En los valles cruceños se conoce que los cultivos más afectados fueron tomate, pimentón, vainita, carote, zapallito, arveja, papa, maíz y pastura cultivada.
Los productores afectados, necesitan y exigen atención y respuestas inmediatas de los organismos gubernamentales, del sector financieros, reprogramación de créditos, créditos blandos para reinversiones o recuperación de terrenos o materias primas afectadas. El inconveniente no es solo lo que se pierde, sino lo que implica volver a producir, el tiempo de espera, el vacío del producto en lo mercados, desabastecimiento, especulación, una cadena interminable igual a una bola de nieve que crece a medida que avanza.
Muchos pensarán, “con el clima no se puede”, “que se le va a hacer, así es la naturaleza”, y en cierta forma es posible encontrar razón en el pensamiento, pero todo tiene un mas allá. La tecnología vino para poder contrarrestar las inclemencias del clima, para prevenir enfermedades, existen semillas genéticamente modificadas que son resistentes a las sequías, insectos, etc, y en Bolivia no contamos con la libertad, apertura y legislación para utilizarlas y desarrollarlas, privando al productor de minimizar pérdidas y ser competitivos en el mercado local e internacional.
Hoy nuestra economía debilitada, por la situación de pandemia, se ve aún mas agraviada por los acontecimientos naturales, situaciones que pueden ser reducidas con políticas y desarrollo productivo enfocados en prevención y proyección de crecimiento en el agro boliviano.
No podemos dejar de lado un enemigo latente de los productores, los incendios. Fuertes heladas, sequías prolongadas dejan como resultados grandes extensiones de pastizales secos son el combustible ideal para el desarrollo del fuego. ¿Cuánto nos hemos preparado para mitigar este mal? ¿Cuántos nuevos desastres puede resistir el productor? ¿Cuánto tiempo más puede resistir nuestra soberanía alimentaria?
Es momento de cambiar el rumbo, de abrir los ojos para mirar hacia el desarrollo y el crecimiento, esa mirada debe estar en el campo, el cual es camino sustentable y sostenible.
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